El pacharán se elabora de forma tradicional macerando endrinas en anís. La endrina, conocida como arañón en Navarra, es el fruto del arbusto Prunus spinosa, que habitualmente llaman endrino. Pertenece a la familia de las ciruelas pero tiene un tamaño mucho más pequeño, inferior al de las cerezas. De color negro azulado, su sabor es ácido y astringente.
Sorprende su falta de dulzor, razón por la que nunca se ha consumido como fruta.
Las endrinas recolectadas se dejan macerar en anís durante 3 meses conforme marca la tradición. Después de la maceración se separa el pacharán de las endrinas, se deja estabilizar de forma natural en depósito y se filtra para garantizar su brillo.
Encontramos delicados aromas de ciruelas y cerezas que se expresarán con una mayor intensidad después de un primer sorbo. La entrada en boca es fresca, con la acidez que aportan las endrinas equilibrada por el dulzor del anís. En su paso por boca percibimos la característica astringencia del fruto muy matizada por la densidad del anís, en un contraste de sensaciones que nos transmite un paladar aterciopelado. Y en el trago encontramos la mejor expresión aromática del pacharán: la fruta se aprecia más nítida que en nariz, dominando sobre el fondo anisado. Después del trago la fruta se mantiene en la boca para aportar una larga permanencia, acentuada por la ligera sensación astringente que estimula la salivación.