El año 2018 comenzó con un invierno frío, característico de la Ribera del Duero, en el que se llegaron a alcanzar temperaturas mínimas de -12ºC. Las temperaturas se mantuvieron bajas durante el inicio de la primavera, a pesar de estas condiciones la brotación se produjo dentro de las fechas habituales, a finales de abril. Tras un 2017 muy seco, la lluvia hizo su aparición a finales de invierno y se mantuvo de forma continuada durante la primavera, las cantidades recogidas fueron muy abundantes siendo el año 2018 calificado como muy húmedo en la zona. El desarrollo vegetativo de las plantas se vio favorecido por el régimen de temperaturas y las reservas hídricas, lo que provocó también un aumento considerable del tamaño de las bayas. Como consecuencia de este aumento en el tamaño de las uvas y a pesar de que las temperaturas durante los meses de septiembre y octubre fueron más cálidas de lo habitual, la maduración se retrasó. La vendimia se alargó hasta finales del mes de octubre dando una producción excepcional, tanto en cantidad como en calidad. La ausencia de lluvias en las épocas finales del ciclo aseguró también la calidad sanitaria de la cosecha. Cabe mencionar que la vendimia del año 2018 fue la segunda en cantidad, solo superada por la del año 2016.