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El papel que juega el cambio climático en nuestras vidas es cada vez más relevante. Una de las consecuencias más visibles es el cambio del clima que afecta al mundo en general y las consecuencias que tiene sobre nuestra economía en los diferentes ámbitos.
El Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA) ha hecho público el informe anual de potencial de producción vitícola que, en términos generales, evidencia una caída libre continuada del cultivo de la Vid desde 1980 hasta hoy de un 42% en superficie cultivada. En 1980 existía una superficie cultivada de 1.642.622 hectáreas, mientras que en la actualidad los viñedos ocupan 953.607 hectáreas.
Junto al descenso de superficie, también es destacable la evolución del mapa del viñedo en España en los últimos 40 años, con una clara tendencia a desplazarse hacia el norte, reflejando un evidente cambio de dinámica en tanto en cuanto, se ha pasado de tener una expansión grandísima en el sur de España y apenas nada en el norte, a todo lo contrario.
Buena parte de culpa de este cambio de dinámica la tiene el clima, ya que juega el papel más determinante y difícil de controlar en la elaboración de un vino. Las estaciones de primavera y verano en España cada vez son más secas y calurosas, y en consecuencia el viñedo, que está tan íntimamente vinculado al ritmo de las estaciones y la evolución de las temperaturas, está actuando a su vez como uno de los mejores bioindicadores del cambio climático en la agricultura.
Matías Vela, asesor de bodegas, formador homologado y director técnico sumiller de Misumiller.es explica la influencia del cambio climático con el siguiente ejemplo. “Asesoro una Bodega en el Condado de Huelva que se llama Marqués de Villalúa, pues bien, este año se ha empezado a vendimiar el día 14 de Julio, 3 días antes que la Denominación de Origen de Montilla Moriles, que siempre ha sido un indicador por ser la primera Denominación en empezar la vendimia. Digo esto porque en el año 2000, se empezaba a vendimiar sobre el 3 o 4 de Agosto, lo que significa que en 17 años la vendimia se ha adelantado 20 días. Un promedio aproximado de 1 día por año”.
Esto significaría que en las condiciones actuales, para mantener los ritmos de producción de algunas D.O. sería preciso adelantar la cosecha y empezar a vendimiar con las uvas prácticamente verdes. Pero eso tendría un resultado nefasto, ya que afectaría de manera directa a las características del vino que, además de resultar falto de olor, tendría un sabor muy áspero, pues si las semillas están demasiado verdes en el momento de la recolección, se libera un tanino amargo y astringente que arruina la calidad del vino.
Para hacer frente a esta situación existen diferentes procesos de adaptación, algunas bodegas ya se han adelantado utilizando cambios en el sistema del cultivo, sustitución de variedades, desplazamiento en alturas, aportación de riego, etc.
A nivel nacional, hay claras evidencias de las consecuencias que está provocando el cambio climático en los viñedos
La comunidad que más superficie de terreno perdió en 2017 con respecto a 2016 fue Murcia con una caída del 4.5%, y si comparamos estas variaciones con respecto a 1980, las Comunidades con mayor cantidad de superficie perdida son: Castilla la Mancha, Valencia y Andalucía con 281.909, 79.979 y 78.637 hectáreas perdidas, respectivamente, que supone un 37,2% menos en el caso de Castilla la Mancha, 57,1% menos en Valencia y 78,6% menos en Andalucía. En cambio, en el polo opuesto, las Comunidades Autónomas que más han aumentado en superficie de Viñedos desde 1980 han sido País Vasco y La Rioja, duplicando ambas su superficie cultivada.
Un cambio, a priori imperceptible, como el aumento de 1ºC desde 1980 en el Penedés, ha provocado que a día de hoy, la vendimia haya sufrido un adelanto de 10 días de media con respecto a 1980.
Además este aumento de temperatura en 1ºC tiene un efecto irremediable en los vinos de esta región, como son: la subida de alcohol y sabor diferente. La subida de alcohol se explica porque un clima más cálido, conduce a una rápida maduración de las uvas y por lo tanto requiere una vendimia más temprana. Además, bajo el efecto del sol, los ácidos contenidos en las uvas, son reemplazados gradualmente por el azúcar, que durante la vinificación produce el alcohol. Es decir, un clima más cálido aumenta el azúcar de la uva y, en consecuencia, se obtiene un vino más alcohólico.
A nivel global, también se evidencian las consecuencias del cambio climático en los viñedos
En el año 2017, la producción mundial de vino cayó, de media, un 8%, siendo la mayor caída de los últimos 20 años.
En Europa, países como Italia que es el mayor productor mundial, disminuyó su producción un 23%, y en Francia, las fuertes lluvias, heladas y granizadas, fueron los responsables de una caída del 19%.
En América del Sur en 2016, se produjeron caídas del 35% en Argentina y del 21% en Chile debido principalmente al fenómeno de El Niño, que trajo lluvias excepcionales. En 2017 Argentina tuvo un alza del 25% aunque sin lograr recuperar niveles de producción de 2013, que se situaba en 4 millones de hectolitros más.
En Oceanía, la producción australiana de 2017 sigue batiendo récords y continúa su crecimiento año tras año, siendo en 2017 del +6 % con respecto de 2016, lo que significa un incremento de su producción por tercer año consecutivo. En Nueva Zelanda, la producción de 2017 presentó una ligera disminución (– 9 %), pero hay que recalcar que en 2016 estuvieron en niveles de su producción récord (3,1 Mill. hL).
Así pues, todas estas cifras no hacen más que confirmar la evidencia y repercusión que el cambio climático está provocando en el mapa del viñedo, no sólo en España, sino en el mundo entero.
¿Qué soluciones existen?
Dado que este fenómeno parece llevar una velocidad de crucero sin pausa, actualmente se presentan dos posible soluciones. Por un lado, trabajar desde las instituciones gubernamentales en la ralentización de lo que es uno de los mayores problemas mundiales actuales, pero no se aprecia que, ni si quiera, haya disposición inmediata para ello. Por otro lado, la solución que parece más factible es la de adaptarse. Adaptarse el que quiera seguir compitiendo, y sobre todo, competir con los nuevos países donde la presencia de vino aumenta exponencialmente. Países como Noruega, Dinamarca, Reino Unido, e incluso, fuera de Europa, como Australia y Nueva Zelanda, muestran un ritmo de crecimiento exponencial, alcanzando, e incluso superando, sus niveles récord de producción y con altos niveles de calidad.
Sea como fuere, el cambio climático es tan evidente que sólo es necesario mirar algunas cifras para darse cuenta de sus consecuencias, pero lo que está claro es que este fenómeno no va a cambiarnos a la hora de tomar un vino ni va a cambiar la opinión si procede de un lugar diferente, siempre y cuando se siga bebiendo el mismo vino que ya tomábamos. Proceda de España o de cualquier otro lugar del mundo. Y en ello la comercialización Online jugará un papel fundamental de cara a este futuro que se presenta.
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