Nariz muy potente, clásica, aroma exuberante de monastrell añejada, madera de roble americano centenario, roble salvaje y muy viejo. Notas amieladas. Los toques son finamente ahumados y salinos, siempre vuelve a las notas de vieja sacristía y maderas antiguas, recuerdos muy agradables de tofes, cafés, tabaco, algarrobas, pan de higo y almendras tostadas. Moderadamente pasificado, con notas de caramelo y moka. Encuentro amable, no muy dulce pero si suave, y embocado, entre acídulo y un poco ardiente en el primer momento. Se pasea tranquilamente por el centro de boca ofreciendo notas entre acarameladas y ajerazadas, unos recuerdos de fruta seca y pasa ajustados a su sequedad y una gran longitud que hace el vino eterno en boca. Su sabor te embauca e incita a probar más.
La edad del viñedo es de 80 años.
El momento de servicio es antes de comer para un aperitivo importante y en la larga sobremesa con los postres a una temperatura de 16/18C. Selección manual de uvas sobremaduradas de la variedad monastrell. Despalillado, fermentación durante 3 semanas con remontados frecuentes. Final de fermentación con 16/18grados de alcohol y 30 grm. De azúcar residual.Trasiegos y crianza en toneles de 1.730 litros de roble americano viejo durante 20 años.
Su postgusto entre finas maderas y toques de fruto seco y piel de nuez invitan a un maridaje como sería el de un Brownie, galletas, pasteles, helado de turrón, una tarta de almendras o un surtido de quesos azules y duros de curación elevada. Liga perfectamente con las pastas de pueblo, rollitos de aguardiente, sequillos, perusas monoveras y turrones blandos y guirlaches.
El Fondillón también es un vino muy recomendado para el aperitivo donde los sabores ligeramente dulces contrastan gratamente con los salazones y toda clase de almadraba, hueva de atún, mojama, bonitos, bacalaos seco y por supuesto con unas almendras fritas con sal gorda.
La botella debe guardarse vertical y en condiciones idóneas puede conservarse perfectamente durante décadas.