Después de 35 años de profesión he llegado al convencimiento que de mayor quiero volver a empezar.
A lo largo de la vida uno va aprendiendo, corrigiendo, adaptándose, padeciendo… hasta conseguir un nivel de conocimiento y de humildad que los sabios le llaman experiencia, que te permite alcanzar un equilibrio emocional y la seguridad necesaria para afrontar la toma de decisiones con sosiego. Al mismo tiempo, siento que existen conceptos de gran transcendencia en la vida que cuando uno es joven no llega a valorar lo suficiente. Este es el caso de el tiempo; esa magnitud física con la que medimos la duración de acontecimientos y que a través de la cual definimos el momento de inicio y un final de cada periodo. Esta sencilla, pero para mi trascendente, percepción me ha llevado a tomar la decisión de ahora o nunca.


Además, he llegado al convencimiento de que una de las claves de futuro para nuestros vinos y para nuestra bodega ha sido y seguirá siendo la continua interpretación de los mensajes que percibimos de la naturaleza. La naturaleza es nuestra guía
Con todo el respeto, entendemos que el sector vitivinícola vive hoy en una dicotomía. Existe una parte que ignora estos valores y unos pocos pretendemos potenciarlos para que sirvan de camino hacia una viticultura respetuosa y envuelta de naturaleza. Ante una ausencia generalizada de este gran concepto, hemos tomado la decisión de abandonar el consejo regulador de Rioja.


Ha llegado el momento de afrontar el gran desafío de la calidad intrínseca y su origen. Esa cualidad que arraiga nuestros vinos a la tierra, a la naturaleza, al hombre, al mundo de las emociones, en definitiva, a la autenticidad y a su identidad como grandes valores.
Otro de los grandes objetivos a desarrollar en esta nueva etapa es la andadura hacia la excelencia, esa virtud que exalta lo bueno. Los antiguos griegos la definían como la aptitud excepcional para conseguir un fin unido a la prosperidad y a la felicidad en la vida. Es decir, la excelencia no necesariamente ligada al mundo del lujo sino más bien, a la pasión por las cosas bien hechas.

A través de la adaptación también necesitamos unir los conocimientos adquiridos de nuestros antepasados y conjugarlos con las incorporaciones tecnológicas actuales. Por ello, queremos trabajar para conseguir un sutil equilibrio entre la tradición vitivinícola y la investigación e innovación de la nuevas tecnologías pero siempre desde el respeto por el entorno natural. Esta aptitud nos va a reconducir a disfrutar de los vinos desde la magia de lo desconocido.
Un poco de arte, un poco de ciencia y un poco de misterio es la formula para llegar a anhelar lo inagotable: el vino.
Dos grados menos de temperatura durante este año 2015, respecto a la media, durante los meses de agosto y septiembre y lluvias en el mes de septiembre, han marcado de forma significativa las peculiaridades de esta cosecha 2015. Un invierno lluvioso y frio con precipitaciones, presencia de nieve y temperaturas bajas, acumularon una importante reserva hídrica en nuestro suelo y subsuelo. En junio, llueve durante seis días lo que dificulta la floración En primavera y verano se registraron lluvias esporádicas acompañadas de unas temperaturas elevadas que forzaron un crecimiento vegetativo muy rápido dando lugar a una superficie foliar abundante.

En resumen, una pluviometría de 648 litros/m2 y una temperatura media de 12,76 grados Celsius.

Los vinos de la cosecha 2015 expresan el dulzor de una madurez precoz y la frescura de una maduración lenta al final del ciclo vegetativo. Son vinos con definición, nitidez, limpieza y transparencia cromática. Rojos cereza vivos y llenos de luz. En nariz, apreciamos notas intensas de fruta roja, regaliz , anises y cítricos frescos.
Texturas y taninos esbeltos, contundentes, dulces con sensaciones envolventes y con gran persistencia en boca. Vinos que proyectan sus matices sutiles y delicados en una estructura tánica de equilibrio y fuerza.
Hablemos un poco de la cosecha del 2015


Un poco de arte, un poco de ciencia y un poco de misterio es la formula para llegar a anhelar lo inagotable: el vino.
Los vinos de la cosecha 2015 expresan el dulzor de una madurez precoz y la frescura de una maduración lenta al final del ciclo vegetativo. Son vinos con definición, nitidez, limpieza y transparencia cromática.
En definitiva, he llegado a la conclusión tal y como intuía Roland Barthes (1915- 1980) filosofo francés, cuando escribía: Quizá ha llegado ahora, el momento de otra experiencia: la era de desaprender, de dejar que trabajen los movimientos de creación imprevisibles que el olvido impone a la sedimentación del conocimiento, de las culturas y de las creencias heredadas que nos han impregnado.

Un poco de arte, un poco de ciencia y un poco de misterio   es la formula para llegar a anhelar lo inagotable: el vino. 

Esta experiencia tiene, creo, un nombre ilustre y pasado de moda: Sapientia: ausencia de poder, un poco de conocimiento, un poco de sabiduría y el máximo sensibilidad y de sabor posible. Este es nuestro sueño y el 31 de diciembre del año pasado hemos iniciado este camino para encontrarnos cada año con la nueva cosecha reflejo de las condiciones climáticas y de su entorno natural. La naturaleza sigue su curso y cada año nos muestra las peculiaridades que definirán los vinos de una nueva añada. 

Juan Carlos Lopez de Lacalle

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